El 22 de febrero de 1857 nació en Londres una persona que cambió la forma de pensar y de vivir de cientos de millones de jóvenes a lo largo de los últimos cien años. Se llamaba Robert Stephenson Smyth Baden-Powell, aunque posteriormente muchos le hemos conocido simplemente como “B-P”. Hoy se cumplen 150 años de ese nacimiento, y todos los scouts del mundo lo celebramos de forma muy especial, pues a la vez también se cumplen en este año 2007 cien años del primer campamento scout en la isla de Brownsea, que fue el origen y punto de partida del movimiento juvenil más importande de la historia: el Escultismo.
No quiero extenderme sobre las virtudes o defectos de los scouts, sobre su validez actual, sobre la historia ya pasada, o sobre lo que el futuro nos deparará. En su homenaje, tan solo os ofrezco un fragmento de su testamento espiritual, su “último mensaje” que nos ha valido y nos sigue valiendo a millones de personas como guía para vivir un poco más felices y para tener objetivos en la vida, cosas de la que andamos bastante faltos últimamente…
Creo que Dios nos puso en este mundo maravilloso para que fueramos felices y disfrutáramos de la vida. La felicidad no procede de ser rico, ni siquiera del éxito en la propia carrera, ni de concederse uno todos los gustos. Un paso hacia la felicidad es hacerse sano y fuerte cuando niño, para poder ser útil y así gozar de la vida cuando se es un hombre.
El estudio de la naturaleza os mostrará cómo Dios ha llenado el mundo de belleza y de cosas maravillosas para que las disfrutéis. Contentaos con lo que os haya tocado y sacad el mejor partido de ello. Mirad el lado alegre de las cosas en vez del lado triste.
Pero el camino verdadero para conseguir la felicidad pasa por hacer felices a los demás. Intentad dejar este mundo un poco mejor de como os lo encontrásteis y, cuando os llegue la hora de morir, podréis hacerlo felices sintiendo que de ningún modo habréis perdido vuestro tiempo sino que habréis hecho todo lo posible. Así, estad “Siempre Listos” para vivir felices y morir felices: aferraos siempre a vuestra promesa Scout, aún cuando hayáis dejado de ser muchachos, y que Dios os ayude a hacerlo así.
Felicidades, jefe, y ojalá que nos estés viendo desde el Eterno Campamento, y te puedas sentir orgulloso de nosotros 🙂